Mi piel se quemo...
Estaba bajo el sol cubierta por montones de sabanas suaves,
me arrebataron una poco a poco,
no dije nada, porque cada vez podía respirar mejor,
me quede desnuda,
esperaba una nueva sabana para cubrirme,
la más linda, la más inocente,
pero no había una,
sólo querían las que yo tenía para esculpir a otra persona.
Heridas aparecieron en mi cuello,
en mis hombros,
no estaba mal,
caricias en mis brazos,
en mi rostro,
no estuvo mal,
pero no vi que sólo estaban preparando a mi piel para lo siguiente.
El sol comenzó a quemarme.
No pude moverme,
no quería quitarme,
aun cuando odiaba al sol quise permanecer,
¿Fui injusta?
Quizás sólo confundí todo lo que le pasaba a mi cuerpo,
todas las reacciones que no eran para mi beneficio,
grite que se detuviera,
pero la calidez era imparable.
Otra vez, una y otra vez anhele al sol.
Creí que era divertido sanar heridas en la fresca noche,
creí que pensar en lo mismo una y otra vez era normal,
pero entonces me di cuenta,
estaba sin protección,
y tú tenias mis sabanas a tu lado, con otra figura en ellas,
la que sí necesitabas,
no la que usabas para agrietar, esa era yo.
Despegue mis pies de la arena,
camine agrietandome, sin voltear atras,
sin mirarte de nuevo,
sin dudar.
No quiero ser una estatua a la que recurres porque peor es nada,
no quiero mantenerme en silencio,
no quiero mantenerme a la expectativa.
Nunca debi dejar que me quitaras mis sabanas,
sólo pensé que querías cubrirte, ocultarte,
conocía el frío,
pero me enseñaste ese calor que lastima.
Pequeño corazón roto.
No puedo darte más de lo que no tengo que ofrecer.
Aprendiste muy bien.
Aprendí muy bien.
No fue justo.
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