Mamá dijo que estaría a mi lado sin importar qué.
Entonces intente derrumbar las puertas en su corazón,
Cual tifón en medio del mar.
Me rebele en contra de su amor.
Mientras lloraba me abrazo y dijo que nunca me dejaría escapar,
la bese en la frente y suplique su perdón:
“Nada que perdonar,” dijo.
Nunca habrá un amor más grande que aquel.
Ya lo comprobé.
Él encontró mis escritos,
cubiertos en polvo y manchados con tinta barata.
Los leyó y entonces entendió quien soy.
Me abrazo y dijo que no importaba si de nuevo desataba mi ira,
si de nuevo me volvía una oscura tormenta él no se iría.
Todos han soportado los vientos que crea mi corazón.
Impulsivo, herido, perdido.
Ellos resisten y yo lloro, lloro porque no los hiero,
soy yo la que se hiere y llena su mente de culpa.
Quiero detenerme, abrazarlos, decirles que los amo.
Mi boca esta cocida, voy a romper esos hilos.
Llegaste a mi vida, la tormenta se desato.
El cariño en mi es caos.
De nuevo llore sola.
Porque me importabas, pero no pude contener al tifón.
No te quedaste, y no tenías que hacerlo.
Nadie tendría que hacerlo, pero lo hacen.
Me disculpé y maldije al viento.
Llore y odie mi reflejo.
Pero decir lo siento no basta.
Está bien.
El mar está en calma,
Hay un cálido sol iluminando mi espalda,
La arena es tibia y calienta mis pies.
Las huellas me recuerdan que estoy sola…
No, cuando miré al frente pude ver todos los rostros que me sonríen.
No estoy sola,
Porque ellos están en mis días más brillantes,
En los más oscuros.
Así que debo dejar de esperarte y mirar al frente.
Comentarios
Publicar un comentario