Recuerdo el vapor escapar de las albercas como si fuese el fuego escupido por un dragón haciendo que el ambiente fuera incierto, a la vez que cálido. No daba miedo, más bien tranquilizaba. Eran las 7 de la mañana, hacía bastante frío, pero el agua estaba tibia.
No tuve muchos amigos, pero estaba bien.
Recuerdo los vestidores y la prisa por salir de allí e ir a clase de Geografía.
Recuerdo que me reía a carcajadas, no me importaba hacer el ridículo.
Sonreía a todos, sabía quien era y estaba bien con ello.
Hoy, no sé cómo sonreír a los extraños, sólo cuando el alcohol está en su máximo. No hay albercas, sólo ríos y polvo. No sé quien soy, pero estoy segura de que seré mejor que esto.
Recuerdo a Monse a los 16 años, lo que quería vivir; hoy lo estoy viviendo. No nos perdimos de mucho, de hecho la felicito por haber vivido en inocencia, a la vez le reclamó por ello.
Después de cierta cantidad de tequila no recuerdas quien eres, mucho menos lo que haces, eres lo que soñaste: extrovertida y divertida al precio de una botella de 1000 pesos. No nos vamos a perder, no somos esa persona. Somos la mitad de la chica que se sumergía en el agua soñando con hadas y sirenas. La chica que veía las estrellas imaginando vampiros y hombres lobo. La chica que se quería morir y lloraba antes de salir de casa, pero aún así se levantaba. La chica que hablaba con todos venciendo su miedo y ansiedad, la chica que actualmente tiene menos miedo de vivir.
No somos la chica que olvida, no vamos a olvidar.
No somos la chica que olvida, no vamos a olvidar.
Comentarios
Publicar un comentario