Debería escribir esto en el cenotafio y enterrarlo,
pero me gusta exagerar en cuanto a mi sinceridad.
Siempre supe que ser tímida podía llegar a ser un gran problema, sobre todo si va de la mano con la introversión y peor aún si descubres que no sólo se trataba de eso, sino de ansiedad social.
Miro a las demás personas en medio de una fiesta, interactuando, riendo, bailando. Yo me siento en un rincón mientras escribo tweets sobre lo mucho que odio no ser como ellos. Al final de la noche me reconforto diciendo "al menos lo intente," pero no querré volverlo a hacer.
El día en que él llegó, el clima estaba fresco. Mientras caminábamos hacía mi casa pensé en la primera vez que lo vi, no podía creer que ahora iba a mi lado.
La noche en que él se sentó a mi lado y tomó mi mano, él no supo que era el primer chico con el que entrelazaba mis dedos. Tristemente mi rostro suele ser inexpresivo, cuando en realidad sentía que mi mente iba a estallar mientras que mi corazón se aceleraba. Una pobre chica de 24 años que se avergüenza ante una acción tan banal.
La noche en que me abrazo y me recosté en su pecho, él no tenía que saber que era la primera vez que estaba tan cerca de un chico. Lamentablemente mi cara probablemente era más de incomodidad, pero en realidad estaba aterrada y feliz al mismo tiempo. La verdad es que estaba cómoda.
Preguntan por qué no te bese aún cuando había contemplado la posibilidad de hacerlo. Eso es porque mi mente empezó a sonar con esas malditas voces que decían que no era suficientemente buena para llegar a ese punto, porque ésta chica de 24 años jamás ha sido besada, y él no tenía que saberlo.
Se alejó, los motivos no son claros. Por un lado estoy en verdad aterrada de que lo que mi padre me dijo en mi infancia sea cierto, que aquel chico que a mi parecer era genial, sólo buscaba otra cosa, espero no sea así.
Mi amigo dijo que probablemente es porque a final de cuentas no mostré más interés. Quizás sea verdad porque estaba asustada pensando en la forma más viable de mantener mi caparazón intacto, porque si me acercaba más, si lo escuchaba más, me iba a volver débil. No quiero ser usada, no quiero ser engañada.
Maldita ansiedad.
Todos concluyeron en que debí dejar de ser demasiado tímida.
Pero él no debía saber que estaba realmente feliz, que me importaba, que no quería soltar su mano ni dejar de hablar. No podía saber que quería que me besara, pero estaba avergonzada por no saber cómo hacerlo. No podía saber nada de eso porque entonces me volvería vulnerable, o quizás simplemente él se alejaría de ésta chica que no sabe nada.
¿Qué diría él?
Porque mi ansiedad pone todas las respuestas en mi cabeza. Todas son fatalistas.
¿Deberías haber sabido esto?
Ya no vale la pena hablar de ello, ya no estas, ya no sabrás.
No quiero culparme, pero culpo un poco a éste problema que ha crecido conmigo. Porque cuando anhelo algo no voy por ello por miedo.
Yo también quería bailar en aquella fiesta, conocer a los demás, y hacerte saber que eras mi chico genial, pero el miedo irracional me venció.
Ojalá supieras que soy increíblemente tímida y que a diario trato de patear la ansiedad.
Gracias por tomar mi mano y dejarme recostar en tu pecho.
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