El cascaron se rompió.
La yema se derramo sobre el sucio piso,
se envolvió de tierra y se corrompió.
No puede detener el ruido en su cabeza,
las imágenes se sobreponen una sobre otra como un ataque nuclear a su alma,
el dolor no es palpable, es invisible.
El pasado viene a gritarle que todo es su culpa,
nada está bien,
no puede avanzar.
Está en medio de una tormenta creada por ella misma.
Está entre el pasado y la ansiedad del futuro,
se pierde el hoy.
Repite una y otra vez que estará bien,
pero se tira en la cama y llora mientras cientas de voces le gritan cada vez más fuerte que está loca.
Hay huevos mágicos en el jardín con colores pastel, despiden una suave melodía de esperanza,
pero ella solo se siente sola.
Las sombras la abrazan,
la invitan a destrozar aquellos cascarones porque no es lo suficientemente buena para tener algo tan preciado en sus manos.
Porque la gente rota,
la gente podrida,
debe estar sola antes de dañar a otros.
Es un huevo roto envuelto en tierra que dejo salir sus emociones, que normalizo sus grietas, que desea romperse hasta desaparecer.
Un huevo roto que no quiere herir a otros.
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