Sé lo ridículo que puede sonar cuando dices “me identifico” al compartir alguna imagen por ejemplo. Sin embargo, bien dicen que la realidad supera a la ficción.
Cuando le conté a mi mejor amiga de lo que ha pasado en el pueblo, me dijo que le recordaba a la escena final de la película “las ventajas de ser invisible,” sinceramente también lo pensé una vez, pero omití aquella relación porque no quería sonar ridícula.
Acabo de mirar la película por centésima vez; recordé la primera vez que la vi, tuve esa sensación de vacío cuando terminó. Jamás viví algo así en la prepa, incluso cuando quería pasar por cosas como las de esa película, jamás pude, por miedo, por los problemas en mi cabeza.
Es gracioso porque cuando llegue aquí, al pueblo, la estaba pasando realmente mal. Desgraciadamente e irónicamente tengo el papel de Charly. Asustada, una ansiosa depresiva que en su cuarto día en un lugar nuevo intento socializar con las personas que lograron verla. Fiestas, whiskey, tabaco de chocolate. Allí estaba yo, tratando de ser diferente.
Ahora estoy con estas personas, y cada palabra, cada situación me parece realmente increíble y especial. Me estaba comenzando a sentir como una loca por darle demasiado valor emocional a cosas tan simples, pero siempre he sido así. Desde 2010 cuando encontré al MCRmy, lo supe, valoro cada momento en que siento que pertenezco a un lugar.
Mis compañeros no lo saben, probablemente nunca sabrán lo mucho que valoro el salir con ellos. Soy callada, soy una introvertida, soy la chica que se queda callada a veces y mira su celular respirando lentamente para calmar su ansiedad. No lo saben, pero estoy agradecida.
Me encantan esas escenas de mi vida en la carretera vacía, en la noche, con buena música de fondo y diría Mena: sólo falta decir: “juro que éramos infinitos,” pero quizás sí lo éramos.
¿Saben por qué esa película me parece grandiosa?, porque el protagonista le da valor a las situaciones, a las personas, porque el sentir demasiado duele, porque a veces se absorbe el dolor de otros, porque se piensa más en los demás que en uno mismo.
Creo que las personas rotas desarrollamos la capacidad de valorar los momentos que nos parecen especiales porque no sabemos cuanto tiempo durara o si se repetirá, porque quizás estamos acostumbrados más a la tragedia. Por eso amamos en verdad a las personas por quienes son, y los momentos porque nos hacen sentir con vida, como si toda la tristeza jamás hubiera existido.
Yo también escribo, he escrito desde que estaba en la primaria. Antes escribía canciones sin sentido, ahora escribo sobre quienes quiero recordar.
Somos gente rota que no sólo existe en películas o libros, somos reales y deseamos ser vistos como algo más que unos introvertidos raros.
Dice mi mejor amiga, que ahora estoy viviendo la aventura preparatoriana de película. Sin embargo a veces estos momentos se sienten mejor porque es la vida real a los 23 años.
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