La chica monocromo se ha muerto de nuevo,
su corazón se ha convertido en piedra,
de sus ojos no pueden salir lágrimas,
su pulso no se acelera,
su valor se ha escapado de entre sus dedos como agua de lluvia;
fría y llena de soledad.
Ella había vuelto a vivir, con todo y su dolor,
con todo y su miedo, con todo y su triste romanticismo.
Ha muerto, otra vez, ha muerto, antes de que llegue el verano.
Antes de que termine Abril alguien venga,
alguien susúrrele al oído que debe vivir.
Las cosas nunca pasan dos veces de la misma forma.
No puede vivir como antes,
siempre que muere revive de forma diferente.
¿Cuántas veces más te vas a morir?
¿Cuándo vas a despertar?
Incluso ahora, si sus ojos vieran la puesta de sol, ésta sería
monocromo.
Incluso ahora, si ella viera el llegar del verano,
sería un duro invierno con nieve helándola hasta los huesos.
Y si la vieras, ella no te sonreiría como en el otoño pasado,
su sonrisa sería hermosamente triste y sus ojos no tendrían
luz,
porque ella estaría demostrando a gritos su agonía antes de
morir.
Nunca dice nada, nunca expresa nada,
solo un día deja de mirarte, deja de reír contigo y se muere,
sola, completamente sola,
viendo cómo el sol se oculta y el color se escapa de las nubes,
al igual que la alegría de su alma.
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