Ir al contenido principal

Mi querida niña.

Recuerdo a esa niña de 6 años, estaba enferma, tenía gripe, por lo que su temperatura se encontraba unos grados más arriba de lo normal, aún así, ella rogó a su madre le llevará a la primaria, no quería faltar, pues la escuela y sus calificaciones eran su todo.  A la hora del receso ella no se sentía mejor, así que fue a sentarse sola, en algún lugar de la gran escuela, allí, ella sentía los potentes rayos de sol, los cuales, solamente empeoraban su malestar, aún así ella aguantó todo el día. Odiaba faltar a la escuela.

 Ella era una niña muy extraña, tal vez un poco precoz en cuanto a algunas cosas. Desde muy pequeña amaba aprender, quería saber más, conocer más, ver más, escuchar más. Aún teniendo dos años, ella lloraba varias veces a la semana pidiéndole a su madre que la llevase a la escuela (kinder), pero aún no era el momento. 

Cuando cumplió tres años, en Agosto de 1998, al fin pisó por primera vez una escuela, el jardín de niños. Ella estaba emocionada, no estaba triste, ni asustada, estaba realmente feliz. No recuerda el momento exacto en que en su mente se formó sólo una idea: cursar la escuela hasta tener una profesión. Y al fin había empezado el camino.  

Cuando entró al pequeño y curioso salón de clases miró a varios niños, la mayoría lloraban, aclamaban a su madre, otros simplemente jugaban, ella sólo se sentó en el lugar que le habían indicado y observó, observó los juguetes, pero no se atrevía a tocarlos, había aprendido que no debía tocar algo que no fuese suyo. Ella miraba las paredes, a las maestras, ella miraba, observaba…  

No recuerda cómo, pero con el tiempo fue haciendo "amigos." Para su tercer año terminó siendo la reina de primavera. Y siendo tan adelantada a su edad, en ese último año de kinder ella conoció a un niño, el cual le agradaba, de alguna forma, mirarlo era diferente comparado con los demás niños, no entendía, pero estaba bien.

Ella terminó el kinder siendo de las más destacadas, allí conoció los elogios de los profesores, conoció el propio elogio de sus padres; era feliz. 

Aprendió a leer lo mejor que podía para su corta edad. Aprendió a escribir, restar y sumar pequeñas cantidades, incluso un aprendió poco de inglés; la pequeña ventaja de un kinder privado.

En la primaria, fue a una escuela publica, estaba emocionada una vez más. Acabó su primer año con uno de los mejores promedios. La directora, su profesora, sus compañeros, sus padres, todos tenían grandes expectativas para esa niña, incluso ella misma. Ella era, "la típica chica inteligente del salón."  

Así vivió por años, siendo la número uno, pensando que si no era agraciada físicamente, por lo menos tenía su inteligencia. Así fue, hasta que la pubertad trajo consigo "esos" sentimientos: soledad, enojo, tristeza… se sintió, por primera vez en su vida vacía, en verdad vacía, pero no importaba, tenía inteligencia, y seguía siendo de las mejores.

Cuando entró a la prepa conoció sus limites, y conoció algo en lo que nunca había pensado: diversión; salir a lugares más allá de su casa a la escuela y viceversa. Su primer año en la prepa… conoció un 6 en su boleta de calificaciones, y sin embargo, se había divertido, había faltado a clases, etc., no porque alguien más la obligará, sino que ella misma se demandó hacer eso.

Los siguientes dos años volvió a mejorar…

Actualmente ella está en la universidad, lleva dos años, y cree que aquella niña con fiebre en la primaria, y aquella niña, que lloraba por ir a la escuela e incluso se levantaba horas antes para llegar, ha desaparecido, tal vez muerto.

Ella odiaba las vacaciones, ahora no le son suficientes. Ella amaba estudiar en todo momento, ahora no quiere coger ni un libro, ella estaba emocionada con el inicio de un nuevo año escolar, ahora está asustada… 

Después de años se pregunta ¿en verdad alguna vez fui inteligente?, porque se a topado con personas que lo son.

Ella es yo, era yo… 

¿Donde se ha ido esa pequeña niña?, ¿estaría triste de ver lo que es hoy? ¿cómo puedo cambiar esto?


Comentarios

Entradas populares de este blog

Para nosotros no hay nadie.

Quisiera ver el mundo como los demás, sin que me importe herir, sin que me importe dejar. Quisiera hundirme en el sonido de la música, porque nadie escucha, porque a nadie le importa. Quisiera dejar de escribir cartas, porque nadie las lee, porque no son importantes. Quisiera dejar de sentir, porque ya nadie quiere dejar a su corazón latir. A veces suspiro y sonrío. A veces lloro y duermo. Unos días no entiendo, Otros días me enojo. Me enojo con las personas en que confíe, aquellas que tuvieron la música que brotaba de mí, que obtuvieron mi lado más vulnerable. Aquellos que me olvidaron o cambiaron el tema. Esos que odian porque un día los quebraron, me pregunto ¿cuando me volveré así? ¿Cuando dejaré de pagar los platos rotos que no quebré? ¿Cuando dejaré de querer a quien no me quiere? ¿Cuando dejaré de tener sentimientos? El romance es difícil para alguien de 25 años que ha estado sola, nadie me ha herido, por eso no busco herir a nadie. Aunque han roto mis...

Desesperación: 1:54 am

A veces no entiendo.  El mundo continua girando.  Los cielos se vuelven amarillos,  no hay oscuridad, tal parece que la única que existe es la que se esconde en mi closet.  Ya no estoy sola, pero a veces siento que no hay más que fantasmas a mi al rededor.  Soy una criatura cubierta de recuerdos y de sueños.  Un sueño esta encerrado en una caja, llenándose de moho.   Cada día intento convencerme de que mañana será mejor y tengo miedo que eso sea como los 6 años que viví engañada. Probablemente todas mis decisiones fueron incorrectas,  pero un día eramos niñas jugando al rededor de las sillas,  un día bailamos en frente de la multitud y un día amamos.  Y si termina hoy mi vida,  nada estaría perdido.  Aún quiero morir,  no quiero más dolor.  Aún quiero soñar y huir de aquí como aquel chico de ojos verdes. Guíame madre a través de la tierra,  del bosque y del río.  No llevaré zapatos a donde voy.  Allá af...

No puedo dormir

 Creo que no puedo dormir de noche por el miedo constante que bombea mi corazón a través de mis arterias.  Miedos que florecen en los surcos de mi cerebro como pequeñas hiedras venenosas que tornan a mi sangre oscura y aceleran mi pulso.  Apago el celular, apagó las luces y solo estoy yo en el silencio, con los ojos abiertos con dirección al techo. Cuento ovejas que en su lana cargan recuerdos de errores y de sueños que no se si se cumplirá y como no sé, mi pulso se acelera nuevamente.  Que martirio es no poder dormir, pero tampoco ser funcional porque el insomnio me tiene amarrada a la cama, una cama que se siente como una cocina en un Verano de Merida y sin aire acondicionado. Me estoy sofocando.  Amanece y veo finalmente la luz del sol a través de la ventana, escucho a mi padre levantarse y me preguntó si soño algo agradable o si en verdad cree que los sueños pueden alcanzarse, porque es mi padre pero no conozco sus sueños y mucho menos sé si los cumplió o si...