Aquella noche se había inundado de invisibles esperanzas,
de recuerdos que golpeaban su cabeza como hojas de arboles cayendo lentamente sobre ella, tan sutiles, tan inesperadas. Cualquier recuerdo podría llegar y romper la delicada estabilidad de sus emociones.
Entonces cayó como una delicada pluma blanca, sobre su cabeza se posó aquel recuerdo de las noches en que soñó con él, de la primera vez que se acercó. Como una suave pluma sobre su cabeza posaba tal recuerdo, que la lastimaba sutilmente, era una hiriente suavidad, como si la pluma se enterrara con su parte dura, como si tuviera vida y tratará de hundirse en su ser para atravesar su corazón.
Es seguro que ella se enamoró de ti, y justo cuando estaba decidida a terminar su tortura, a terminar con su afán de callar, disté la vuelta, te alejaste sin mirar atrás. Ella nunca te importó, nunca demostraste interés, pero aquellas pocas palabras y miradas que le dedicaste fueron su todo.
Ahora que te has ido ella le suspira a los atardeceres un "gracias." Quizá algún día el viento haga que lo escuches y sepas que te agradece el hecho de que no la ignoraras y que le recordaras que su corazón no es una roca, sino un órgano que solía latir con rapidez al escuchar tu nombre. Quizá algún día escuches ese "gracias" que significa que aunque nunca la amaras por lo menos la escuchaste, le dijiste las palabras correctas para ilusionarla y te lo agradece, fuiste el primero en corresponderle y nunca lo notaste, pero la hiciste sonreír y eso fue lo mejor que pudiste hacer por ella.
…Eras lo que más quería, sin embargo te agradezco el no estar conmigo. No me hice adicta a tu ser sino a tus palabras, no necesito tus caricias, sólo tu voz. Supongo que es más fácil tratar de olvidar lo que decías a tratar de olvidar tus besos. Gracias pues, por no estar conmigo, porque el día en que te hubieses alejado yo, yo no hubiera podido seguir sin tu presencia.
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