Ella se había decidido, se había comprometido con su corazón a
nunca más volver a callar. Nunca más sus labios encerrarían aquellas palabras que expresaban sus sentimientos hacia él.
Entonces se acercó, lo miró y le expreso todo aquello que guardo por meses, todo aquello que le oprimía el pecho al punto de sentir que moriría por la desesperación que le causaba no tenerlo a su lado, ese mismo sentimiento que le hacía sonreír al imaginarlo junto a ella.
Palabra tras palabra desahogo su sentir, como una ligera brisa de verano, como una llovizna en un caluroso día, como un delicioso café en invierno, como respirar el perfume más hermoso, sintió a su corazón embriagarse de tranquilidad al expresar aquellos preciosos sentimientos… él sonrió.
Fue cuando ella despertó, desilusionada regresó de nuevo al mundo real, en donde él era feliz con alguien más, en donde ella nunca dejaría que su corazón le ganara, en donde sus labios nunca dejarían escapar aquellas palabras: traducciones de lo que su alma siente.
Él era la única excepción para ella, el único con el que compartiría una puesta de sol. Ella es cobarde y él nunca notaría nada, pues ella ha aprendido a ocultar su sonrisa al verlo.
"...Y él sería la exaltación más grande de la belleza, eso pasaría en mi pequeño mundo interno, porque mi mundo estaría regido por él, porque mi mundo está en mi mente, y yo lo veo en mi cabeza cada vez que quiero, y quiero hacerlo diario, quiero estar con él por siempre. Sé que nunca me podrá querer así que, sería injusto que mi mundo fuera comandado por alguien que lo ignora, por eso trataré de dejarlo ir de mi cabeza, de mis pensamientos… aunque quizá él ya es mi mundo..."
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