Llevo días viendo la puesta de sol, no hay nadie más,
sólo una duda que presiona a mi corazón,
un nudo en la garganta y miles de ideas para comunicarte esto,
que, al mismo tiempo que me asfixia me hace saber que quizá es amor.
Lo curioso es que te miré y te ignoré,
te convertí en la parte invisible de mi vida.
Cuando te miré por tercera vez noté algo más,
algo que reavivo esa marchita pasión en mí,
sin embargo tarde es.
Ultimos días, deseando chocar con tu mirada.
Sé que no sirve de nada desear sin luchar,
sé que debi saludar y sé más cosas que debí hacer,
pero no puedo regresar el tiempo.
Sé que este sentimiento es real,
lo sé cada vez que miro la puesta de sol,
veo otro día terminar, así hasta que la semana termine
y te pierda por siempre.
Sé que siento algo cada vez que quiero dibujar, escribir
o escuchar las cosas más románticas.
Seguiré anhelando que por algún error me hables
y me digas que la expresión de tus dulces ojos no es mentira.
Lo irónico es que quizá ahora para ti, yo sea la chica invisible,
aunque esas crueles coincidencias dicen lo contrario.
Sólo dime hola y prometo nunca dejarte ir.
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