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Para nosotros no hay nadie.

Quisiera ver el mundo como los demás,
sin que me importe herir, sin que me importe dejar.
Quisiera hundirme en el sonido de la música,
porque nadie escucha, porque a nadie le importa.

Quisiera dejar de escribir cartas,
porque nadie las lee, porque no son importantes.
Quisiera dejar de sentir,
porque ya nadie quiere dejar a su corazón latir.

A veces suspiro y sonrío.
A veces lloro y duermo.

Unos días no entiendo,
Otros días me enojo.
Me enojo con las personas en que confíe,
aquellas que tuvieron la música que brotaba de mí,
que obtuvieron mi lado más vulnerable.
Aquellos que me olvidaron o cambiaron el tema.

Esos que odian porque un día los quebraron,
me pregunto ¿cuando me volveré así?
¿Cuando dejaré de pagar los platos rotos que no quebré?
¿Cuando dejaré de querer a quien no me quiere?
¿Cuando dejaré de tener sentimientos?

El romance es difícil para alguien de 25 años que ha estado sola,
nadie me ha herido, por eso no busco herir a nadie.

Aunque han roto mis piernas y machacado mi pecho al menos 4 veces,
¿Por qué sigo pensando que el compartir con alguien sería grandioso?
¿Por qué los demás dicen nunca otra vez y no llegan a conocerme?
Sólo me dan la espalda, sólo me usan,
sólo me dejan esperando, y cuando vuelven,
toman mi música, mis cartas y las queman frente a mí.

Me siento sola y pienso en qué hice mal,
pero lo cierto es que lo único que hago mal,
es no ser como ellos: ya no creer en el romance,
ya no creer en regalar canciones,
ya no creer en las flores,
ya no creer en nada,
porque de igual forma, ellos creen que soy como el resto,
pero son ellos actuando como el resto.

Abrazaré mis cartas sin destinatario.
Abrazaré mis canciones no dedicadas.
Abrazaré a mi corazón que se empeña en creer que allá afuera hay humanos,
no comprende que para nosotros no hay nadie.


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